martes, 2 de octubre de 2012

Casa tomada


Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la mas ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia.
Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura pues en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse. Hacíamos la limpieza por la mañana, levantándonos a las siete, y a eso de las once yo le dejaba a Irene las ultimas habitaciones por repasar y me iba a la cocina. Almorzábamos al mediodía, siempre puntuales; ya no quedaba nada por hacer fuera de unos platos sucios. Nos resultaba grato almorzar pensando en la casa profunda y silenciosa y como nos bastábamos para mantenerla limpia. A veces llegábamos a creer que era ella la que no nos dejo casarnos. Irene rechazo dos pretendientes sin mayor motivo, a mi se me murió María Esther antes que llegáramos a comprometernos. Entramos en los cuarenta años con la inexpresada idea de que el nuestro, simple y silencioso matrimonio de hermanos, era necesaria clausura de la genealogía asentada por nuestros bisabuelos en nuestra casa. Nos moriríamos allí algún día, vagos y esquivos primos se quedarían con la casa y la echarían al suelo para enriquecerse con el terreno y los ladrillos; o mejor, nosotros mismos la voltearíamos justicieramente antes de que fuese demasiado tarde.

Irene era una chica nacida para no molestar a nadie. Aparte de su actividad matinal se pasaba el resto del día tejiendo en el sofá de su dormitorio. No se porque tejía tanto, yo creo que las mujeres tejen cuando han encontrado en esa labor el gran pretexto para no hacer nada. Irene no era así, tejía cosas siempre necesarias, tricotas para el invierno, medias para mi, mañanitas y chalecos para ella. A veces tejía un chaleco y después lo destejía en un momento porque algo no le agradaba; era gracioso ver en la canastilla el montón de lana encrespada resistiéndose a perder su forma de algunas horas. Los sábados iba yo al centro a comprarle lana; Irene tenía fe en mi gusto, se complacía con los colores y nunca tuve que devolver madejas. Yo aprovechaba esas salidas para dar una vuelta por las librerías y preguntar vanamente si había novedades en literatura francesa. Desde 1939 no llegaba nada valioso a la Argentina. Pero es de la casa que me interesa hablar, de la casa y de Irene, porque yo no tengo importancia. Me pregunto qué hubiera hecho Irene sin el tejido. Uno puede releer un libro, pero cuando un pullover está terminado no se puede repetirlo sin escándalo. Un día encontré el cajón de abajo de la cómoda de alcanfor lleno de pañoletas blancas, verdes, lila. Estaban con naftalina, apiladas como en una mercería; no tuve valor para preguntarle a Irene que pensaba hacer con ellas. No necesitábamos ganarnos la vida, todos los meses llegaba plata de los campos y el dinero aumentaba. Pero a Irene solamente la entretenía el tejido, mostraba una destreza maravillosa y a mi se me iban las horas viéndole las manos como erizos plateados, agujas yendo y viniendo y una o dos canastillas en el suelo donde se agitaban constantemente los ovillos. Era hermoso.

Cómo no acordarme de la distribución de la casa. El comedor, una sala con gobelinos, la biblioteca y tres dormitorios grandes quedaban en la parte mas retirada, la que mira hacia Rodríguez Peña. Solamente un pasillo con su maciza puerta de roble aislaba esa parte del ala delantera donde había un baño, la cocina, nuestros dormitorios y el living central, al cual comunicaban los dormitorios y el pasillo. Se entraba a la casa por un zaguán con mayólica, y la puerta cancel daba al living. De manera que uno entraba por el zaguán, abría la cancel y pasaba al living; tenía a los lados las puertas de nuestros dormitorios, y al frente el pasillo que conducía a la parte mas retirada; avanzando por el pasillo se franqueaba la puerta de roble y mas allá empezaba el otro lado de la casa, o bien se podía girar a la izquierda justamente antes de la puerta y seguir por un pasillo mas estrecho que llevaba a la cocina y el baño. Cuando la puerta estaba abierta advertía uno que la casa era muy grande; si no, daba la impresión de un departamento de los que se edifican ahora, apenas para moverse; Irene y yo vivíamos siempre en esta parte de la casa, casi nunca íbamos más allá de la puerta de roble, salvo para hacer la limpieza, pues es increíble como se junta tierra en los muebles. Buenos Aires será una ciudad limpia, pero eso lo debe a sus habitantes y no a otra cosa. Hay demasiada tierra en el aire, apenas sopla una ráfaga se palpa el polvo en los mármoles de las consolas y entre los rombos de las carpetas de macramé; da trabajo sacarlo bien con plumero, vuela y se suspende en el aire, un momento después se deposita de nuevo en los muebles y los pianos.

Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias inútiles. Irene estaba tejiendo en su dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se me ocurrió poner al fuego la pavita del mate. Fui por el pasillo hasta enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la vuelta al codo que llevaba a la cocina cuando escuché algo en el comedor o en la biblioteca. El sonido venia impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación. También lo oí, al mismo tiempo o un segundo después, en el fondo del pasillo que traía desde aquellas piezas hasta la puerta. Me tire contra la pared antes de que fuera demasiado tarde, la cerré de golpe apoyando el cuerpo; felizmente la llave estaba puesta de nuestro lado y además corrí el gran cerrojo para más seguridad.

Fui a la cocina, calenté la pavita, y cuando estuve de vuelta con la bandeja del mate le dije a Irene:

-Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado parte del fondo.
Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados.
-¿Estás seguro?
Asentí.
-Entonces -dijo recogiendo las agujas- tendremos que vivir en este lado.

Yo cebaba el mate con mucho cuidado, pero ella tardó un rato en reanudar su labor. Me acuerdo que me tejía un chaleco gris; a mi me gustaba ese chaleco.

Los primeros días nos pareció penoso porque ambos habíamos dejado en la parte tomada muchas cosas que queríamos. Mis libros de literatura francesa, por ejemplo, estaban todos en la biblioteca. Irene pensó en una botella de Hesperidina de muchos años. Con frecuencia (pero esto solamente sucedió los primeros días) cerrábamos algún cajón de las cómodas y nos mirábamos con tristeza.

-No está aquí.

Y era una cosa mas de todo lo que habíamos perdido al otro lado de la casa.

Pero también tuvimos ventajas. La limpieza se simplificó tanto que aun levantándose tardísimo, a las nueve y media por ejemplo, no daban las once y ya estábamos de brazos cruzados. Irene se acostumbró a ir conmigo a la cocina y ayudarme a preparar el almuerzo. Lo pensamos bien, y se decidió esto: mientras yo preparaba el almuerza, Irene cocinaría platos para comer fríos de noche. Nos alegramos porque siempre resultaba molesto tener que abandonar los dormitorios al atardecer y ponerse a cocinar. Ahora nos bastaba con la mesa en el dormitorio de Irene y las fuentes de comida fiambre.

Irene estaba contenta porque le quedaba mas tiempo para tejer. Yo andaba un poco perdido a causa de los libros, pero por no afligir a mi hermana me puse a revisar la colección de estampillas de papa, y eso me sirvió para matar el tiempo. Nos divertíamos mucho, cada uno en sus cosas, casi siempre reunidos en el dormitorio de Irene que era más cómodo. A veces Irene decía:

-Fijate este punto que se me ha ocurrido. ¿No da un dibujo de trébol?

Un rato después era yo el que le ponía ante los ojos un cuadradito de papel para que viese el mérito de algún sello de Eupen y Malmédy. Estábamos bien, y poco a poco empezábamos a no pensar. Se puede vivir sin pensar.

(Cuando Irene soñaba en alta voz yo me desvelaba en seguida. Nunca pude habituarme a esa voz de estatua o papagayo, voz que viene de los sueños y no de la garganta. Irene decía que mis sueños consistían en grandes sacudones que a veces hacían caer el cobertor. Nuestros dormitorios tenían el living de por medio, pero de noche se escuchaba cualquier cosa en la casa. Nos oíamos respirar, toser, presentíamos el ademán que conduce a la llave del velador, los mutuos y frecuentes insomnios.

Aparte de eso todo estaba callado en la casa. De día eran los rumores domésticos, el roce metálico de las agujas de tejer, un crujido al pasar las hojas del álbum filatélico. La puerta de roble, creo haberlo dicho, era maciza. En la cocina y el baño, que quedaban tocando la parte tomada, nos poníamos a hablar en vos mas alta o Irene cantaba canciones de cuna. En una cocina hay demasiados ruidos de loza y vidrios para que otros sonidos irrumpan en ella. Muy pocas veces permitíamos allí el silencio, pero cuando tornábamos a los dormitorios y al living, entonces la casa se ponía callada y a media luz, hasta pisábamos despacio para no molestarnos. Yo creo que era por eso que de noche, cuando Irene empezaba a soñar en alta voz, me desvelaba en seguida.)

Es casi repetir lo mismo salvo las consecuencias. De noche siento sed, y antes de acostarnos le dije a Irene que iba hasta la cocina a servirme un vaso de agua. Desde la puerta del dormitorio (ella tejía) oí ruido en la cocina; tal vez en la cocina o tal vez en el baño porque el codo del pasillo apagaba el sonido. A Irene le llamo la atención mi brusca manera de detenerme, y vino a mi lado sin decir palabra. Nos quedamos escuchando los ruidos, notando claramente que eran de este lado de la puerta de roble, en la cocina y el baño, o en el pasillo mismo donde empezaba el codo casi al lado nuestro.

No nos miramos siquiera. Apreté el brazo de Irene y la hice correr conmigo hasta la puerta cancel, sin volvernos hacia atrás. Los ruidos se oían mas fuerte pero siempre sordos, a espaldas nuestras. Cerré de un golpe la cancel y nos quedamos en el zaguán. Ahora no se oía nada.

-Han tomado esta parte -dijo Irene. El tejido le colgaba de las manos y las hebras iban hasta la cancel y se perdían debajo. Cuando vio que los ovillos habían quedado del otro lado, soltó el tejido sin mirarlo.

-¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? -le pregunté inútilmente.
-No, nada.

Estábamos con lo puesto. Me acordé de los quince mil pesos en el armario de mi dormitorio. Ya era tarde ahora.

Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con mi brazo la cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos así a la calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada.

lunes, 30 de julio de 2012

El hombre extraño


Era extraño aquel hombre, o por tal lo tomaron,
porque besaba todo lo que hallaba a su paso.
Besaba a las personas, al perro, al mobiliario
y mordía dulcemente la ventana de un cuarto.

Cuando salía a la calle le iba besando al barrio las esquinas, aceras,
portales y mercados, y en las noches de cine (también las de teatro)
besaba su butaca y las de sus costados.

Por estas y otras muchas los cuerdos lo llevaron donde nadie lo viera,
donde no recordarlo, y cuentan que en su celda
besaba sus zapatos, su catre, sus barrotes, sus paredes de barro.

Un día sin aviso, murió aquel hombre extraño
 y muy naturalmente en tierra lo sembraron.
En ese mismo instante, desde el cielo, los pájaros
descubrieron que al mundo le habían nacido labios.

miércoles, 20 de junio de 2012

La Mosca que soñaba que era un Águila

 Había una vez una mosca que todas las noches soñaba que era un Águila y que se encontraba volando por los Alpes y por los Andes. 
En los primeros momentos esto la volvía loca de felicidad; pero pasado un tiempo le causaba una sensación de angustia, pues hallaba las alas demasiado grandes, el cuerpo demasiado pesado, el pico demasiado duro y las garras demasiado fuertes; bueno que todo ese gran aparato le impedía posarse a gusto sobre los ricos pasteles o sobre las inmundicias humanas, así como surgir a conciencia dándose topes contra los vidrios de su cuarto. 
En realidad no quería andar en las grandes alturas, o en los espa-cios libres, ni mucho menos. Pero cuando volvía en sí lamentaba con toda el alma no ser un Águila para remontar montañas, y se sentía tristísima de ser una Mosca, y por eso volaba tanto, y estaba tan inquieta, y daba tantas vueltas, hasta que lentamente, por la noche, volvía a poner las sienes en la almohada.

De Monterroso Augusto. 

martes, 15 de mayo de 2012

Hombre preso que mira a su hijo


Cuando era como vos me enseñaron los viejos
y también las maestras bondadosas y miopes
que libertad o muerte era una redundancia
a quien se le ocurriría en un país
donde los presidentes andaban sin capangas

que la patria o la tumba era otro pleonasmo
ya que la patria funcionaba bien
en las canchas y en los pastoreos

realmente no sabían un corno
pobrecitos creían que libertad
era tan solo una palabra aguda
que muerte era tan solo grave o llana
y cárceles por suerte una palabra esdrújula
olvidaban poner el acento en el hombre

la culpa no era exactamente de ellos
sino de otros mas duros y siniestros
y estos si
como nos ensartaron
en la limpia república verbal
como idealizaron
la vidurria de vacas y estancieros
y como nos vendieron un ejército
que tomaba su mate en los cuarteles

uno no siempre hace lo que quiere
uno no siempre puede
por eso estoy aquí
mirándote y echándote
de menos

por eso es que no puedo despeinarte el jopo
ni ayudarte con la tabla del nueve
ni acribillarte a pelotazos

vos ya sabes que tuve que elegir otros juegos
y que los jugué en serio

y jugué por ejemplo a los ladrones
y los ladrones eran policías

y jugué por ejemplo a la escondida
y si te descubrían te mataban
y jugué a la mancha
y era de sangre

botija aunque tengas pocos años
creo que hay que decirte la verdad
para que no la olvides

por eso no te oculto que me dieron picana
que casi me revientan los riñones
todas estas llagas hinchazones y heridas
que tus ojos redondos
miran hipnotizados
son durísimos golpes
son botas en la cara
demasiado dolor para que te lo oculte
demasiado suplicio para que se me borre

pero también es bueno que conozcas
que tu viejo callo
o puteo como un loco
que es una linda forma de callar

que tu viejo olvido todos los números
(por eso no podría ayudarte en las tablas)
y por lo tanto todos los teléfonos

y las calles y el color de los ojos
y los cabellos y las cicatrices
y en que esquina
en que bar
que parada
que casa

y acordarse de vos
de tu carita
lo ayudaba a callar

una cosa es morirse de dolor
y otra cosa es morirse de vergüenza

por eso ahora
me podes preguntar
y sobre todo
puedo yo responder

uno no siempre hace lo que quiere
pero tiene el derecho de no hacer
lo que no quiere

llora nomás botija
son macanas
que los hombres no lloran
aquí lloramos todos

gritamos berreamos moqueamos chillamos
maldecimos
porque es mejor llorar que traicionar
porque es mejor llorar que traicionarse

llora
pero no olvides.

lunes, 7 de mayo de 2012

Metamorfosis



Y en este teatro de la vida me encuentro, a oscuras, en silencio y creo que en soledad...se prende un reflector que apunta a mi, si, como lo esperaba, estoy solo, lo cercioro al girar a uno y otro lado...estoy en la mitad del escenario, en soledad, en silencio, miro arriba, me pesa la ropa, empiezo a rasgar las mangas, las telas que se disuelven en el olvido, me quedo desnudo y me pesa el cuerpo; me arranco partes de la piel que se evaporan y se hacen viento que no existe antes de caer al suelo que nos condena a existir. Y grito intensamente...grito que me despedaza, soy de cristal, soy frágil...empiezan a caer pedacitos de mi al piso, y esos pedacitos se rompen de poco a poco, y caigo y caigo y no existen más que esos pedazos, pedazos de ira, de rabia y de melancolía...melancolía que duele, melancolía que se vuelve liquido, me vuelvo liquido, soy melancolía en lágrimas, lagrimas de rio, rio que se unen y se vuelven en un mar de tristezas, mar de lágrimas, mar de rios, mar de mi, el mar lucha en olas, olas que se despedazan la una a la otra, olas que se mezclan y se vuelven formas...forma de un bebé, bebé de ilusiones rotas y tristezas, de guerras perdidas antes de luchar, bebé con la mirada de un anciano nostálgico, anciano que aprendió a decir su primera palabra: sálvame.

Billie Jean Madera Garcia

lunes, 9 de abril de 2012

La marioneta


Si por un instante Dios se olvidara
de que soy una marioneta de trapo
y me regalara un trozo de vida,
posiblemente no diría todo lo que pienso,
pero en definitiva pensaría todo lo que digo.

Daría valor a las cosas, no por lo que valen,
sino por lo que significan.
Dormiría poco, soñaría más,
entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos,
perdemos sesenta segundos de luz.

Andaría cuando los demás se detienen,
Despertaría cuando los demás duermen.
Escucharía cuando los demás hablan,
y cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate.

Si Dios me obsequiara un trozo de vida,
Vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol,
dejando descubierto, no solamente mi cuerpo sino mi alma.

Dios mío, si yo tuviera un corazón,
escribiría mi odio sobre hielo,
y esperaría a que saliera el sol.
Pintaría con un sueño de Van Gogh
sobre las estrellas un poema de Benedetti,
y una canción de Serrat sería la serenata
que les ofrecería a la luna.

Regaría con lágrimas las rosas,
para sentir el dolor de sus espinas,
y el encarnado beso de sus pétalo...
Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida...
No dejaría pasar un solo día
sin decirle a la gente que quiero, que la quiero.

Convencería a cada mujer u hombre de que son mis favoritos
y viviría enamorado del amor.

A los hombres les probaría cuán equivocados están,
al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen,
sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.
A un niño le daría alas,
pero le dejaría que él solo aprendiese a volar.
A los viejos les enseñaría que la muerte
no llega con la vejez sino con el olvido.

Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres
He aprendido que todo el mundo quiere vivir
en la cima de la montaña,
Sin saber que la verdadera felicidad está
en la forma de subir la escarpada.

He aprendido que cuando un recién nacido 
aprieta con su pequeño puño,
por vez primera, el dedo de su padre,
lo tiene atrapado por siempre.

He aprendido que un hombre
sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo,
cuando ha de ayudarle a levantarse.

Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes,
pero realmente de mucho no habrán de servir,
porque cuando me guarden dentro de esa maleta,
infelizmente me estaré muriendo.

domingo, 18 de marzo de 2012

Recreación Infantil

Eres como el sol tan brillante y turbador,
Como esa rosa que al olerla se adora
Estas en las nubes y en las letras de mis canciones,
Haciendo que ame mis acciones
Utilizando la luna de mi atrapasueños,
Viviendo como pequeños niños.
En un eterno romance
Que parece un trance
Escuchando las campanas,
Y tomando un jugo de manzanas.

Sin zapatos que me aten a tus cabellos
Recordando mis juegos de ensueños,
En los cuales dibujaba tus labios
Simulando la sonrisa de un dios,
Sintiéndome un poco ausente
Aunque estando presenté.
Nos sumergimos en esa eternidad
De las sonrisas y la amistad
Oliendo jazmines,
Que estarán para mirarlos siempre.

De luna turquesa 

viernes, 16 de marzo de 2012

Certificado de existencia

Ah ¿quién me salvara de existir?
Fernando Pessoa

Dijo el fulano presuntuoso /
hoy en el consulado obtuve el habitual
certificado de existencia

consta aquí que estoy vivo
de manera que basta de calumnias
este papel soberbio / irrefutable
atestigua que existo

si me enfrento al espejo
y mi rostro no está
aguantaré sereno
despejado

¿no llevo acaso en la cartera
mi recién adquirido
mi flamante
certificado de existencia?

vivir / después de todo
no es tan fundamental
lo importante es que alguien
debidamente autorizado
certifique que uno
probadamente existe

cuando abro el diario y leo
mi propia necrológica
me apena que no sepan
qu estoy en condiciones
de mostrar dondequiera
y a quien sea
un vigente prolijo y minucioso
certificado de existencia

existo
luego pienso

¿cuántos zutanos andan por la calle
creyendo que están vivos
cuando en rigor carecen del genuino
irremplazable
soberano
certificado de existencia?

lunes, 12 de marzo de 2012

Sube a nacer conmigo hermano.

Dame la mano desde la profunda  zona de tu dolor diseminado.
No volverás del fondo de las rocas. No volverás del tiempo subterráneo.
No volverá tu voz endurecida. No volverán tus ojos taladrados.

Mírame desde el fondo de la tierra, labrador, tejedor, pastor callado:
domador de guanacos tutelares: albañil del andamio desafiado:
aguador de las lágrimas andinas: joyero de los dedos machacados:
agricultor temblando en la semilla: alfarero en tu greda derramado:
traed a la copa de esta nueva vida  vuestros viejos dolores enterrados.
Mostradme vuestra sangre y vuestro surco,  decidme: aquí fui castigado,
porque la joya no brilló o la tierra  no entregó a tiempo la piedra o el grano:
señaladme la piedra en que caísteis  y la madera en que os crucificaron,
encendedme los viejos pedernales,  las viejas lámparas, los látigos pegados
a través de los siglos en las llagas y las hachas de brillo ensangrentado.

Yo vengo a hablar por vuestra boca muerta.

A través de la tierra juntad todos  los silenciosos labios derramados
y desde el fondo habladme toda esta larga noche  como si yo estuviera con vosotros anclado,
contadme todo, cadena a cadena,   eslabón a eslabón, y paso a paso.
Afilad los cuchillos que guardasteis,  ponedlos en mi pecho y en mi mano,
como un río de rayos amarillos, como un río de tigres enterrados,
y dejadme llorar, horas, días, años,  edades ciegas, siglos estelares.

Dadme el silencio, el agua, la esperanza.
Dadme la lucha, el hierro, los volcanes.
Apegadme los cuerpos como imanes.
Acudid a mis venas y a mi boca.
Hablad por mis palabras y mi sangre.

sábado, 25 de febrero de 2012

Mujer

Muchas personas me consideran feminista, pero me encuentro en la línea de la equidad de género, defender la dignidad y el valor que tenemos como seres humanos .
desafortunadamente vivimos en una sociedad marcada por un sistema de dominación machista que instaló en nuestros genes y nos persigue a lo largo de las generaciones mutando según el contexto y causando de un modo directo o ignorado denigración y afectando a las mujeres, ya no considerándose un género debil pero si vulnerable. se trata de considerarnos ambos géneros complementarios que pertenecemos a una especie que debe permanecer y ayudarse. 


aun asi comparto esta publicación por las luchas y la resistencia del género femenino
 Así que quise, regalarme y regalarles unas cuantas flores a aquellas mujeres, que han sido agredidas por esta sociedad que apenas se desintoxica del patriarcado y esta en un proceso de comprender que ambos géneros podemos ser iguales en dignidad y valor.
 
Mujer, de la cantautora Mexicana, Amparo Ochoa.

Mujer si te han crecido las ideas, de ti van a decir cosas muy feas que, que no eres buena,  que si tal cosa, que cuando callas te ves mucho más hermosa

Mujer, espiga abierta entre pañales, cadena de eslabones ancestrales,

 ovario fuerte, di lo que vales,
la vida empieza donde todos son iguales , 

Angela Jean, o antes Manuela mañana es tarde y el tiempo apremia

Mujer si te han crecido las ideas de ti van a decir cositas muy feas

 cuando no quieras ser incubadora dirán. No sirven estas mujeres de ahora

Mujer, semilla fruto, flor camino pensar es altamente femenino hay,

 hay en tu pecho dos, dos manantiales
fusiles flancos¡, y no anuncios comerciales

Angela Jean, o antes Manuela,  

mañana es tarde y el tiempo apremia Angela Jean, 
o antes Manuela mañana es tarde y el tiempo apremia, te digo mañana es tarde, 
te digo que el tiempo apremia, te digo mujer que es tarde, 
oye el tiempo apremia, Angela Jean o antes manuela.

domingo, 12 de febrero de 2012

Bendita la raza negra


Son dos mariposas negras las manos de aquel moreno,
que han surgido de la sombra para libar en el cuero.
Dobla y redobla la lonja oscuro ritmo del tiempo.
En la alegría del parche llora el alma de los negros.
Negros, negros, negros...

Con un latido de selva bajo el látigo negrero,
con un misterio de jungla tejido por hechiceros,
con el bramar de los vientos en gigantes y meneos,
late y late la tambora sufre y jadea el batero.

En los ojos se le encienden las bengalas de su fuego
que van cayendo de a poco en el carbón de sus dedos.
Macumba vienen diciendo los cueros,
vienen diciendo te quiero, te quiero...

La mulata piel canela en el caracol del pelo
junta estrellitas de vidrio y lágrimas de lucero.
La sombra salió a vestirla, le puso su piel de cielo
y le hizo ajorcas y anillos y collares y amuletos,
y esa sonrisa nevada que luce en los labios negros.

En los ojos mamá noche le puso de su joyero
dos blancas porcelanitas con oscuros arabescos.
Van y vienen sus caderas en oleajes de mareo,
movimiento de culebra, brasa quemante del sexo
en cadencias milenarias donde se acunan los besos.

Brilla y rebrilla la luna del metal de su cuerpo
y los dedos que redoblan son diez puñales hiriendo
los poros de aquella hembra, de esa afrodita de ébano.
Hay un miedo de maniguas en ese ritual tremendo.

Macumba vienen diciendo los cueros,
vienen diciendo te quiero, te quiero...

Mira ese sol de mostaza en las marismas hirviendo.
Mira la furia que rompe las palmeras el viento.
Oye los bravos rugidos de las fieras en su celo.
Todo está en esas caderas y el batuque del negro.
¡Bendita raza negra!

miércoles, 25 de enero de 2012

Volverán las golondrinas

Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.Pero aquellas que el vuelo refrenaban

tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres…
¡esas… no volverán!.Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán. Pero aquellas, cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día…
¡esas… no volverán!Volverán del amor en tus oídos

las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.Pero mudo y absorto y de rodillas

como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido…; desengáñate,
¡así… no te querrán!

miércoles, 4 de enero de 2012

Antes de Amarnos

¿Que fuimos antes de amarnos?
¿Quien eras tu?

¿Y yo quien era?
Fría lumbre en los labios contenida,
rígido corazón opaco,
áspero fruto mi vientre,
ligero ropaje de verano tu mirada.

Ahora que nos amamos...

fuego somos donde mariposas se suicidan,
cuerpos de luz,
piel ardiendo en rojas llamas,
hechizo inacabable.

Unidas en el mismo cuerpo sombras somos...

sueños revelados en poemas,
atraídas mareas por la luna,
enormes olas de amores fatigadas.

Ahora que te amo...

un insecto que nace en las mañanas
y muere por la tarde entre tus muslos soy,
suspendidas gotas de placer,
suspiro de Sol en el cenit,
sirena de agua dulce,
develada estrella bajo tu cuerpo.

Ahora que tu me amas...

eres símbolo de alianza entre los dioses,
amuleto colgando de mi cuello,
turbulenta agua con que mis flores riego,
lámpara que guía a los ciegos soy.

Ahora que nos amamos...

somos raíces cálidas de la tierra.