sábado, 29 de enero de 2011

Espantapájaros 18


Llorar a lágrima viva. Llorar a chorros.  Llorar la digestión. Llorar el sueño. 
Llorar ante las puertas y los puertos. Llorar de amabilidad y de amarillo.
Abrir las canillas, las compuertas del llanto. Empaparnos el alma, la camiseta.
Inundar las veredas y los paseos, y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.
Asistir a los cursos de antropología, llorando. Festejar los cumpleaños familiares, llorando. 
Atravesar el África, llorando.
Llorar como un cacuy, como un cocodrilo... si es verdad 
que los cacuyes y los cocodrilos no dejan nunca de llorar.
Llorarlo todo, pero llorarlo bien. Llorarlo con la nariz, con las rodillas.
Llorarlo por el ombligo, por la boca.
Llorar de amor, de hastío, de alegría. Llorar de frac, de flato, de flacura.
Llorar improvisando, de memoria. 
¡Llorar todo el insomnio y todo el día!

Dicotomía incruenta


Siempre llega mi mano más tarde que otra mano
que se mezcla a la mía y forman una mano.
Cuando voy a sentarme advierto que mi cuerpo
se sienta en otro cuerpo que acaba de sentarse
adonde yo me siento.
Y en el precise instante de entrar en una casa,
descubro que ya estaba antes de haber llegado.       
Por eso es muy posible que no asista a mi entierro,
y que mientras me rieguen de lugares comunes,
ya me encuentre en la tumba, vestido de esqueleto,
bostezando los tópicos y los llantos fingidos.

Comunión plenaria


Los nervios se me adhieren al barro,
a las paredes, 
abrazan los ramajes,  
 penetran en la tierra ,
se esparcen por el aire, hasta alcanzar el cielo.
El mármol, los caballos tienen mis propias venas.
 Cualquier dolor 
lastima mi carne, mi esqueleto.
¡Las veces que me he muerto al ver matar un toro!..
Si diviso una nube debo emprender el vuelo.
Si una mujer se acuesta yo me acuesto con ella.
Cuántas veces me he dicho: 
¿Seré yo esa piedra?

Rosto de vos

Tengo una soledad tan concurrida
tan llena de nostalgias y de rostros de vos
de adioses hace tiempo y besos bienvenidos
de primeras de cambio y de último vagón.

 Tengo una soledad tan concurrida
que puedo organizarla como una procesión
por colores, tamaños y promesas
por época, por tacto y por sabor.

 Sin temblor de más me abrazo a tus ausencias
que asisten y me asisten con mi rostro de vos.
 Estoy lleno de sombras de noches y deseos
de risas y de alguna maldición.

Mis huéspedes concurren concurren como sueños
con sus rencores nuevos su falta de candor
yo les pongo una escoba tras la puerta 
porque quiero estar solo con mi rostro de vos. 
Pero el rostro de vos mira a otra parte con sus ojos de amor
que ya no aman como víveres que buscan su hambre
miran y mirany apagan mi jornada.

 Las paredes se van queda la noche
las nostalgias se van
no queda nada.

 Ya mi rostro de vos cierra los ojos
y es una soledad
tan desolada.