sábado, 1 de enero de 2011

El último discurso

Lo siento mucho, pero no pretendo ser un emperador. No es ese mi oficio. No pretendo gobernar ni conquistar a nadie. Me gustaría ayudar si es posible a judíos, la gente...negros...blancos.
Todos deseamos ayudarnos los unos a los otros. Los seres humanos somos así. Deseamos vivir para la felicidad del prójimo, no para su infortunio. ¿Porque habríamos de odiarnos y despreciarnos? En este mundo hay espacio para todos. La tierra, que es generosa y rica, puede proveer a todas nuestras necesidades.
El camino de la vida puede ser el de la libertad y de la belleza, sin embargo nos extraviamos. La codicia enveneno el alma de los hombres....levanto en el mundo las murallas del odio...y nos ha hecho avanzar a paso de ganso hacia la miseria y la muerte.
Creamos la época de la velocidad, pero nos sentimos enclaustrados dentro de ella. La maquina que produjo abundancia, nos ha dejado en la penuria.
Nuestros conocimientos nos hicieron escépticos; nuestra inteligencia, empedernidos y crueles. Pensamos demasiado y sentimos bien poco.
Más que maquinas, precisamos de humanidad. Más que de inteligencia, precisamos de afecto y ternura. Sin esas virtudes, la vida será de violencia y todo estará perdido.
La aviación y la radio nos aproximaron mucho más. La propia naturaleza de esas cosas es una apelación a la bondad del hombre...Una apelación a la fraternidad universal...a la unión de todos nosotros.
En este mismo instante mi voz llega a millones de personas por el mundo....millones de desesperados,  hombres,...mujeres,...niños..., víctimas de un sistema que tortura seres humanos y encarcela inocentes.
A los que me puedan escuchar digo:" ¡No desesperen!".La desgracia que ha caído sobre nosotros no es más que el producto de la codicia en la agonía...de la amargura de los hombres que temen el avance del progreso humano.
Los hombres que odian desaparecerán, los dictadores sucumben y el poder que del pueblo arrebataron ha de retornar al pueblo. Y así, mientras mueran hombres, la lucha por la libertad nunca perecerá ¡Soldados!..¡No se entreguen a esas brutalidades......que los desprecian....que los esclavizan....que reglamentan nuestras vidas...que dictan vuestros actos, vuestras ideas y vuestros sentimientos! ¡Que los hacen marchar en el mismo paso, que los someten a una alimentación reglada, que los tratan como a un ganado humano y que los utilizan como carne para cañón!
¡No sois maquinas!  ¡Hombres es lo que sois!
¡Y con el amor de la humanidad en vuestras almas!..¡No odiéis! ¡Solo odian los que no se hacen amar y los inhumanos!
¡Soldados! ¡No batalléis por la esclavitud! ¡Luchen por la libertad! En el decimo séptimo capitulo de San Lucas se dice que el reino de Dios está dentro del hombre, no de un solo hombre o de un grupo de hombres, sino de todos los hombres ¡Esta en ustedes! ¡Ustedes, el pueblo, tienen el poder! ¡El poder de crear maquinas! ¡El poder de crear felicidad!
Vosotros el pueblo, tenéis el poder de tomar esta vida libre y bella...de hacerla una aventura maravillosa. ¡Por lo tanto en nombre de la democracia usemos ese poder!  ¡Unámonos todos nosotros! Luchemos por un mundo nuevo...un mundo justo que a todos asegure la oportunidad de trabajo, que de futuro a los jóvenes y protección a los viejos.
Es por la promesa de tales cosas que desalmados han subido al poder.
Pero... ¡Solo engañan! ¡No cumplen lo que prometen!  ¡Jamás lo cumplirán! Los dictadores se liberan, sin embargo, esclavizan al pueblo.
Luchemos ahora para liberar al mundo, abatir las fronteras nacionales, dar fin al lucro, al odio y la prepotencia ¡Luchemos por un mundo de razón, un mundo en que la ciencia y el progreso conduzcan a la ventura de todos nosotros! ¡Soldados, en nombre de la democracia, unámonos! Hannah, ¿me estas escuchando? Donde te encuentres ¡yergue los ojos!
¡Levanta los ojos, Hannah!.. ¡Levanta los ojos, Yergue los ojos! ¿Ves, Hannah?  ¡El sol va rompiendo las nubes que se dispersan! ¡Estamos saliendo de la penumbra hacia la luz! ¡Vamos entrando en un mundo nuevo, en un mundo mejor, en que los hombres estarán sobre la codicia del odio y de la brutalidad...! ¡Yergue los ojos, Hannah! El alma del hombre gano alas y al fin comienza a volar.
¡Vuela tras el arcoíris, tras la luz de la esperanza! ¡Levanta los ojos, Hannah...!  ¡Levanta los ojos!