sábado, 11 de diciembre de 2010

Tratado de culinaria... (fragmento)


Esa tendencia a traicionar, a mentir y a ser perfectamente franca. 
A esconderte o a mostrarte mucho.  
Ese cuidado de cuidarte tanto para acabar narrando tu historia, tu verdad con pelos y señales a un desconocido. 
Esas ganas de huir, de salir corriendo cuando alguien muestra que empieza a conocerte, aunque no te reveles. 
Ese vértigo de quedarte. 
Esa indomable sed de alguien y de no estar con nadie.  
De envolver las caricias en palabras.  
Esas ganas de cambiar sin renunciar a nada.  Esa hambre de imposibles.
  ¿Cómo pensar en esta confusión contradictoria?
 Esa indomable sed de alguien y de no estar con nadie.  
 Es verdad y mentira, está bien y está mal y no hay salida.
 Nada que hacer. 
Tómate un vaso de agua.

Tratado de culinaria para mujeres tristes (fragmento)

¨Nunca será tarde¨

Nunca será tarde para decirte que te amo
aun cuando no te tenga cerca
aun cuando el tiempo pase
y mis labios no pueden besarte 
 nunca será tarde para decirte te amare
aun cuando tus deseos tengan dueña
y tus abrazos sean de ella
nunca será tarde 
para decirte que te amo 
porque sé que nunca será tarde 
para que un día tu me ames 
como yo te amo.
 Luisa Zuñiga

¨Quiero¨

·         Quiero estar hoy 
en   tus pensamientos 
y mañana tenderme desnuda sobre tu cuerpo.
 que me sumerjas en tus placeres
y me acaricies con tu sencillez.
Quiero hallar  en tu locura 
la cordura de tus deseos   
ser de ellos la diosa del amor.
y así escapare de mis miedos 
sentire tus labios  sobre mi piel.
Quiero consumarte entre mis sueños 
despertar en los tuyos
embriagada de amor.
 ser tuya entre sabanas purpuras 
descubrir en tu pecho la pasión de mis tiempos.
Quiero que me digas te he esperado 
y poder ver mi ausencia en tu pasado.

Asunción de ti


Quién hubiera creído que se hallaba sola en el aire, oculta, tu mirada.
Quién hubiera creído esa terrible ocasión de nacer puesta al alcance de mi suerte y mis ojos, y que tú y yo iríamos, despojados de todo bien, de todo mal, de todo, a aherrojarnos en el mismo silencio, a inclinarnos sobre la misma fuente para vernos y vernos mutuamente espiados en el fondo, temblando desde el agua, descubriendo, pretendiendo alcanzar quién eras tú detrás de esa cortina, quién era yo detrás de mí.

Y todavía no hemos visto nada. Espero que alguien venga, inexorable, siempre temo y espero, y acabe por nombrarnos en un signo, por situarnos en alguna estación por dejarnos allí, como dos gritos de asombro. Pero nunca será. Tú no eres ésa, yo no soy ése, ésos, los que fuimos antes de ser nosotros. Eras sí pero ahora
suenas un poco a mí. Era sí pero ahora vengo un poco a ti. No demasiado, solamente un toque, acaso un leve rasgo familiar, pero que fuerce a todos a abarcarnos a ti y a mí cuando nos piensen solos.

Hemos llegado al crepúsculo neutro donde el día y la noche se funden y se igualan. Nadie podrá olvidar este descanso. Pasa sobre mis párpados el cielo fácil
a dejarme los ojos vacíos de ciudad. No pienses ahora en el tiempo de agujas, en el tiempo de pobres desesperaciones. Ahora sólo existe el anhelo desnudo, el sol que se desprende de sus nubes de llanto, tu rostro que se interna noche adentro hasta sólo ser voz y rumor de sonrisa.
 
Puedes querer el alba cuando ames. Puedes venir a reclamarte como eras.
He conservado intacto tu paisaje. Lo dejaré en tus manos cuando éstas lleguen, como siempre, anunciándote. Puedes venir a reclamarte como eras. Aunque ya no seas tú.
Aunque mi voz te espere sola en su azar quemando y tu dueño sea eso y mucho más. Puedes amar el alba cuando quieras. Mi soledad ha aprendido a ostentarte esta noche. 

Otra noche tú estarás y volverá a gemir el tiempo giratorio y los labios dirán esta paz ahora esta paz ahora.

Ahora puedes venir a reclamarte, penetrar en tus sábanas de alegre angustia, reconocer tu tibio corazón sin excusas, los cuadros persuadidos, saberte aquí. Habrá para vivir cualquier huida y el momento de la espuma y el sol que aquí permanecieron. Habrá para aprender otra piedad y el momento del sueño y el amor
que aquí permanecieron. Esta noche, otra noche tú estarás,
tibia estarás al alcance de mis ojos, lejos ya de la ausencia que no nos pertenece.

He conservado intacto tu paisaje pero no sé hasta dónde está intacto sin ti, sin que tú le prometas horizontes de niebla, sin que tú le reclames su ventana de arena. Puedes querer el alba cuando ames. Debes venir a reclamarte como eras. Aunque ya no seas tú, aunque contigo traigas dolor y otros milagros. Aunque seas otro rostro de tu cielo hacia mí.