Esa tendencia a traicionar, a mentir y a ser perfectamente franca.
A esconderte o a mostrarte mucho.
Ese cuidado de cuidarte tanto para acabar narrando tu historia, tu verdad con pelos y señales a un desconocido.
Esas ganas de huir, de salir corriendo cuando alguien muestra que empieza a conocerte, aunque no te reveles.
Ese vértigo de quedarte.
Esa indomable sed de alguien y de no estar con nadie.
De envolver las caricias en palabras.
Esas ganas de cambiar sin renunciar a nada. Esa hambre de imposibles.
¿Cómo pensar en esta confusión contradictoria?
Esa indomable sed de alguien y de no estar con nadie.
Es verdad y mentira, está bien y está mal y no hay salida.
Nada que hacer.
Tómate un vaso de agua.
Tratado de culinaria para mujeres tristes (fragmento)
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